El pasado 09 de septiembre se lanzó el esperado segundo álbum “Wild World” de la banda inglesa Bastille que el 2013 saltó a la fama con el sencillo “Pompeii”. Esta entrega viene precedida de su primer álbum Bad Blood y la notable trilogía de mixtapes llamada “Other People’s Heartache”. En esta última los músicos exploraron ritmos y sonidos desconcertantemente sugerentes que combinaron baladas, hip-hop, indie, pop, rock y hasta algo de música experimental, demostrando que la fusión de estilos y melodías son pan comido para el cuarteto.
El disco tiene una interesante inspiración retro que se manifiesta en aspectos tan triviales que van desde la inclusión de pequeños extractos de audios y diálogos de época en la canciones, pasando por la estética de la portada del disco y los videos ya lanzados, hasta llegar a cuestiones más profundas como algunas temáticas de las letras.
Ya hace unas semanas habíamos tenido un par de adelantos de Wild Word con el lanzamiento del primer sencillo “Good grief”, donde el vocalista Dan Smith (@bastilledan en instagram) se lamenta profundamente por la pérdida de alguien, con un ritmo muy oreja que más de alguno ya habrá escuchado en las radios. Mira el video aquí:
Luego se lanzó “Fake it”, que trata sobre ese decisivo momento en el que una relación deja de ser lo que era, y a pesar de saber que las cosas no funcionarán, de todas maneras crees que quizás sea mejor pretender que está todo bien, y fingir que las cosas funcionan para evitar el dolor del quiebre definitivo.
El último sencillo lanzado es “Send them off!”, donde con un bajo consistente y unos sólidos bronces Dan clama a su amante por un exorcismo que lo libere de los celos que siente, y que no son más que la manifestación de todas sus inseguridades.
Si bien los tres sencillos lanzados tienen la particularidad de contar con buenos ritmos, probablemente no sean éstas las mejores canciones del disco. Así, una que resalta no por su melodía, sino que por su profundo contenido es “Four walls (The ballad of Perry Smith)”, que muestra la desoladora realidad de la pena de muerte mediante la historia del famoso asesino Perry Smith, que inspiró la novela “A sangre fría” (In cold blood) de Truman Capote, llevada al cine en 1967, donde se narra el asesinato de los Clutter, una familia acomodada del Medio Oeste de EEUU a manos de dos ex presidiarios: Richard «Dick» Eugene Hickock (Scott Wilson) y Perry Edward Smith «Perry» (Robert Blake), ambos delincuentes de poca monta que compartieron celda en la penitenciaría de Lansing (Kansas), y a los que la portada del disco pareciera retratar de cara a un mundo salvaje. En la canción, las cuatro paredes están ahí para contener al asesino, para mantenerlo a salvo, apartado del sol, pero lo interesante es que la canción reflexiona sobre el hecho de que no bastando con el terrible mal ya causado, ahora somos nosotros los que a sangre fría le quitamos la vida a él, y así como él carga con sus culpas, ahora nosotros cargamos con las nuestras.
La historia de Perry Smith pareciera inspirar el disco completo, o al menos hay varios guiños que podrían sugerirnos eso. De manera más explícita podemos corroborar esta idea en “Two evils”, una canción que puede alcanzar la fibra sensible de cualquiera. Lo curioso es que no se trata una canción de amor, sino que al parecer se refiere a lo más íntimo y personal que tenemos, nuestra propia conciencia. Así, con una solitaria guitarra y una desgarradora voz la melodía discurre entre lo que parecieran ser las justificaciones que nos damos ante nuestros terribles actos al considerarlos como males menores en comparación a los del resto, llegando a afirmar que finalmente no somos tan distintos los unos de los otros. En este sentido, el mal menor es la pena de muerte, sin embargo ¿qué tan menor es ese mal? ¿somos tan distintos a Perry Smith? La canción sugiere que no lo somos.
“Glory” por su parte probablemente la canción más pegajosa del álbum, que parte con un pizzicato al que se le suman profundos sonidos de un cello, el sintetizador y los clásicos instrumentos de la banda, logrando así un implacable coro que invita a cerrar los ojos y disfrutar. Otra canción que vale la pena destacar es “Blame”, que en ciertas partes pareciera dar la idea de estar ante una melodía andina al más puro estilo latinoamericano, pero reconvertida a un pop británico que no deja indiferente.
Finalmente, un disco tan intrigante y completo no podía terminar sino con algo tan potente como “The Anchor”, que con una batería envolvente, un impecable juego de voces y unos maravillosos bronces, da vida a una canción llena de pasión por esa persona que logra cegar tu vista, esa que es el ancla al que amarras tu cabeza cuando te sientes perdido en el mar, como la canción que cantas una y otra vez, esa que te puede dar esperanza el día entero, esa en la que piensas todo el tiempo… todo el tiempo.
Enlace del disco en Spotify:
Osnola.